Paz o Tormenta
Paz o Tormenta
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3
La vida muchas veces nos sorprende con tormentas inesperadas: problemas familiares, dificultades económicas, enfermedades o incertidumbre sobre el futuro. En esos momentos, el miedo y la ansiedad pueden nublar nuestra visión, haciéndonos sentir como si estuviéramos a punto de hundirnos.
Pero en medio de la tormenta, Jesús nos recuerda que Él es nuestra paz. Cuando los discípulos se encontraron en medio de una tempestad en el mar, aterrorizados, Jesús se levantó y ordenó: ”¡Calla, enmudece!” (Marcos 4:39). Y al instante, el viento cesó y todo quedó en calma.
Así como Jesús calmó aquella tormenta, también puede traer paz a nuestras vidas. No importa cuán fuerte sople el viento ni cuán altas sean las olas; si nuestra confianza está puesta en Él, podemos descansar en Su amor y fidelidad. La clave está en mantener nuestra mirada en Cristo y no en la tormenta.
Hoy, cualquiera que sea la batalla que enfrentes, recuerda que la paz no se encuentra en la ausencia de problemas, sino en la presencia de Dios en medio de ellos.
Entrégale tu ansiedad y permite que Su paz, que sobrepasa todo entendimiento, guarde tu corazón y tu mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).
Para pensar.
¿Qué harías en medio de una situación difícil en tu vida?
¿Pondrías tu mirada en Cristo o en la dificultad?
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3
La vida muchas veces nos sorprende con tormentas inesperadas: problemas familiares, dificultades económicas, enfermedades o incertidumbre sobre el futuro. En esos momentos, el miedo y la ansiedad pueden nublar nuestra visión, haciéndonos sentir como si estuviéramos a punto de hundirnos.
Pero en medio de la tormenta, Jesús nos recuerda que Él es nuestra paz. Cuando los discípulos se encontraron en medio de una tempestad en el mar, aterrorizados, Jesús se levantó y ordenó: ”¡Calla, enmudece!” (Marcos 4:39). Y al instante, el viento cesó y todo quedó en calma.
Así como Jesús calmó aquella tormenta, también puede traer paz a nuestras vidas. No importa cuán fuerte sople el viento ni cuán altas sean las olas; si nuestra confianza está puesta en Él, podemos descansar en Su amor y fidelidad. La clave está en mantener nuestra mirada en Cristo y no en la tormenta.
Hoy, cualquiera que sea la batalla que enfrentes, recuerda que la paz no se encuentra en la ausencia de problemas, sino en la presencia de Dios en medio de ellos.
Entrégale tu ansiedad y permite que Su paz, que sobrepasa todo entendimiento, guarde tu corazón y tu mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).
Para pensar.
¿Qué harías en medio de una situación difícil en tu vida?
¿Pondrías tu mirada en Cristo o en la dificultad?
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