Confíe en Dios
Noviembre
Este mes es un mes maravilloso, es un mes de victorias.
En noviembre, la influencia de tus enemigos no prevalecerá contra ti ni tu familia ya que El poder de Dios anulará sus estrategias contra ti. El enemigo no logrará destruirte a ti, ni a tu familia, Ya que Su gracia y la grandeza de su bendición que nos acompañará para siempre...
Este mes nos recuerda las cenas de Acción de Gracias, y el cambio a noches más frías, se nos termina el horario de verano.
El devocional para hoy trata de:
Confíe en Dios
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. PROVERBIOS 3:5, NTV
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. DEUTERONOMIO 29:29
He escuchado a muchas personas decir que leer la Biblia es confuso. Ellos dicen:
“He tratado de leer la Biblia, pero no entiendo lo que Dios está diciendo y termino sintiéndome frustrado y confundido”.
Al buscar a Dios con respecto a esta situación, sentí que me decía: La gente sigue tratando de dilucidar todo. Diles que dejen de tratar de razonar y de explicar todo. Como el versículo anterior señala, no podemos siempre depender de nuestro propio entendimiento. Hay algunas cosas que no tienen el propósito de que las conozcamos o las entendamos.
Moisés entendió este concepto y les explicó a los hijos de Israel que hay “cosas secretas” que solo Dios conoce. Señaló que cuando Dios reveló su voluntad aclarando las cosas; esas eran las palabras que debían obedecer.
Realmente es así de simple. Al igual que el salmista podemos decir: “Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón” (Salmo 119:34).
Debemos pedirle a Dios que nos muestre qué hacer, y luego no debemos cuestionar cuando nos lo revele.
Con demasiada frecuencia la gente trata de razonar cosas, pero eso puede ser peligroso. Cuando tratamos de dilucidar por qué Dios dice o hace algo, nuestro primer error es pensar que somos lo suficientemente inteligentes para comprender la mente de Dios.
El razonamiento nos puede mover en una dirección en particular que, aunque pueda parecer lógica, podría no ser la voluntad de Dios.
Un relato bíblico que se encuentra en 1 Samuel es una buena ilustración de este punto.
Saúl, el primer rey de Israel, tomó la decisión de ofrecer sacrificios. Como era parte de la tribu de Benjamín, era ilícito para él—incluso como rey—ofrecer sacrificios. El rey y su ejército esperaron varios días a Samuel, el sumo sacerdote, a que llegara. Pero finalmente, Saúl perdió la paciencia (o probablemente se llenó de temor) y ofreció sacrificios justo antes de que el hombre de Dios llegara. Cuando Samuel reprendió a Saúl por hacer tal cosa, el rey dijo lo que creía ser una explicación razonable: “Me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto” (1 Samuel 13:12).
A la mente humana le gusta la lógica, el orden y la razón.
Nos gusta tratar con asuntos que podamos entender e idear soluciones que nos hagan sentido.
Tenemos la tendencia de pensar en pequeño porque somos criaturas limitadas, y no tenemos la perspectiva de entender desde el punto de vista de Dios.
Tendemos a poner las cosas en pequeños compartimentos prolijos de nuestra mente, diciéndonos a nosotros mismos que esto debe ser correcto porque cabe muy bien aquí.
En contraste, leemos las palabras del apóstol Pablo: “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo” (Romanos 9:1).
Estaba comunicando el punto de que estaba haciendo lo correcto, no porque hubiera dilucidado o analizado la situación, sino porque sus acciones le daban testimonio en su espíritu.
Esa es la actitud que usted necesita en su vida. Usted necesita depender de Dios para que le muestre cosas de tal manera que usted sepa—con una certeza interna—que lo que fue revelado a su mente es correcto. Usted no debe permitirse razonar con su mente, buscando soluciones lógicas. En lugar de ello usted debe decir: “Mi confianza está en el Señor, y lo que sea que me diga que haga, voy a obedecer”.
Oremos
Querido Dios, gracias por amarme más de lo que podré comprender. En el nombre de Jesucristo, te pido que me ayudes a amarte y honrarte tanto que cuando hables, solamente tenga un pensamiento en mi mente y que sea obedecerte. Amén.
Este mes es un mes maravilloso, es un mes de victorias.
En noviembre, la influencia de tus enemigos no prevalecerá contra ti ni tu familia ya que El poder de Dios anulará sus estrategias contra ti. El enemigo no logrará destruirte a ti, ni a tu familia, Ya que Su gracia y la grandeza de su bendición que nos acompañará para siempre...
Este mes nos recuerda las cenas de Acción de Gracias, y el cambio a noches más frías, se nos termina el horario de verano.
El devocional para hoy trata de:
Confíe en Dios
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. PROVERBIOS 3:5, NTV
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. DEUTERONOMIO 29:29
He escuchado a muchas personas decir que leer la Biblia es confuso. Ellos dicen:
“He tratado de leer la Biblia, pero no entiendo lo que Dios está diciendo y termino sintiéndome frustrado y confundido”.
Al buscar a Dios con respecto a esta situación, sentí que me decía: La gente sigue tratando de dilucidar todo. Diles que dejen de tratar de razonar y de explicar todo. Como el versículo anterior señala, no podemos siempre depender de nuestro propio entendimiento. Hay algunas cosas que no tienen el propósito de que las conozcamos o las entendamos.
Moisés entendió este concepto y les explicó a los hijos de Israel que hay “cosas secretas” que solo Dios conoce. Señaló que cuando Dios reveló su voluntad aclarando las cosas; esas eran las palabras que debían obedecer.
Realmente es así de simple. Al igual que el salmista podemos decir: “Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón” (Salmo 119:34).
Debemos pedirle a Dios que nos muestre qué hacer, y luego no debemos cuestionar cuando nos lo revele.
Con demasiada frecuencia la gente trata de razonar cosas, pero eso puede ser peligroso. Cuando tratamos de dilucidar por qué Dios dice o hace algo, nuestro primer error es pensar que somos lo suficientemente inteligentes para comprender la mente de Dios.
El razonamiento nos puede mover en una dirección en particular que, aunque pueda parecer lógica, podría no ser la voluntad de Dios.
Un relato bíblico que se encuentra en 1 Samuel es una buena ilustración de este punto.
Saúl, el primer rey de Israel, tomó la decisión de ofrecer sacrificios. Como era parte de la tribu de Benjamín, era ilícito para él—incluso como rey—ofrecer sacrificios. El rey y su ejército esperaron varios días a Samuel, el sumo sacerdote, a que llegara. Pero finalmente, Saúl perdió la paciencia (o probablemente se llenó de temor) y ofreció sacrificios justo antes de que el hombre de Dios llegara. Cuando Samuel reprendió a Saúl por hacer tal cosa, el rey dijo lo que creía ser una explicación razonable: “Me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto” (1 Samuel 13:12).
- Samuel reprendió al rey, le dijo que había actuado locamente, y le dijo que el Señor lo iba quitar del reino.
- Ese fue el error de Saúl. Razonó que sería sabio hacer el sacrificio, y no se esperó a tener noticias de Dios.
A la mente humana le gusta la lógica, el orden y la razón.
Nos gusta tratar con asuntos que podamos entender e idear soluciones que nos hagan sentido.
Tenemos la tendencia de pensar en pequeño porque somos criaturas limitadas, y no tenemos la perspectiva de entender desde el punto de vista de Dios.
Tendemos a poner las cosas en pequeños compartimentos prolijos de nuestra mente, diciéndonos a nosotros mismos que esto debe ser correcto porque cabe muy bien aquí.
En contraste, leemos las palabras del apóstol Pablo: “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo” (Romanos 9:1).
Estaba comunicando el punto de que estaba haciendo lo correcto, no porque hubiera dilucidado o analizado la situación, sino porque sus acciones le daban testimonio en su espíritu.
Esa es la actitud que usted necesita en su vida. Usted necesita depender de Dios para que le muestre cosas de tal manera que usted sepa—con una certeza interna—que lo que fue revelado a su mente es correcto. Usted no debe permitirse razonar con su mente, buscando soluciones lógicas. En lugar de ello usted debe decir: “Mi confianza está en el Señor, y lo que sea que me diga que haga, voy a obedecer”.
Oremos
Querido Dios, gracias por amarme más de lo que podré comprender. En el nombre de Jesucristo, te pido que me ayudes a amarte y honrarte tanto que cuando hables, solamente tenga un pensamiento en mi mente y que sea obedecerte. Amén.

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